El primer trabajo
tipográfico que con pretensión de serlo realizamos en la Imprenta Artesanal Marvel fue un librito titulado 12 Haykus de Manuel Serrat Crespo. Un autor nacido en Barcelona y que debió de
resultar un gran desconocido para la mayoría de los visitantes del blog, pero
que en realidad era una personalidad en el mundo literario desde hacía
muchos años, no solo como poeta y escritor, que lo era y bueno, sino como
divulgador de la cultura de países del África francófona y sobre todo como
traductor del francés, el hecho de que fuera condecorado como Caballero de las Artes y las Letras
francesas, y nombrado miembro de
honor del Consejo Europeo de Traductores Literarios no deja lugar a dudas.
A Manuel Serrat lo conocí al tiempo que a
su mujer Agnès Agboton, una filóloga y narradora de cuentos y leyendas de tradición oral africana natural de Benin, presentados por mi cuñada la antropóloga africanista Marían del Moral Garrido el año 2006 en Ribera Alta (Alcalá la Real-Jaén).
No recuerdo exactamente, pero creo que fue al año siguiente, durante su
estancia en la casa rural “Callejón de la Pajota” en Frailes (Jaén), cuando
surgió la idea de imprimir con tipos de plomo una selección de los haikus que
había escrito para el libro Maruyme, diario de viaje. Una obra muy recomendable
para los amantes de la poesía y que además encierra una simpática curiosidad, pues
mezclando con habilidad datos reales y ficticios creó al poeta japonés Maruyme,
un personaje que aparece catalogado como autor en la Biblioteca del Congreso de
Estados Unidos así como en la Biblioteca Nacional de España, algo parecido a lo
que ocurrió con el pintor catalán Torres Campalans, un personaje inventado por Max
Aub que llego a aparecer en varias enciclopedias de arte como un enigmático
pintor cubista.
De aquel
impreso guardo muy buenos recuerdos pese a no resultar nada fácil combinar los
fotopolímeros con los tipos de plomo, pues fue el propio Manuel quién se empeñó
en que aparecieran juntas las traducciones al japonés junto a los Haikus, las páginas
quedaron perfectamente equilibradas gracias a las manchas y el color de los
distintos bloques, o de cómo el “accidente” de intentar imprimir con tinta
blanca, sin previamente haberla mezclado con tinta plata, le aportó a la
portada una textura y calidad impensable. El trabajo fue complejo pero el
resultado nos dejó muy satisfechos a los dos.
Manuel
Serrat falleció hace unos días y el dolor ante la perdida de este gran
intelectual ha sido tremenda, teniendo muy presente a Agnes quién sin duda difícilmente
podrá encontrar en este pequeño homenaje algo de consuelo.
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