viernes, 19 de octubre de 2012

AD IMO PECTORE


     Dejé claro en otra entrada que de latín: “solo sé que no sé nada”, pese a ello, he creído oportuno comenzar la reseña, sobre la presentación de TYPOGRAPHICA en Madrid, con una célebre frase de Julio César y que, según me dicen, significa "Con todo mi corazón". No es que destacara el gran César precisamente como poeta, pero creo que con estas palabras casi rozó la belleza de la poesía.
    La presentación se realizó en la librería del Museo Reina Sofía, que está instalada en la más que interesante ampliación realizada por el aquitecto Jean Nouvel. Y como no podía ser de otra manera, conté con la incondicional compañía de Matilde, Elena y Pablo, con quienes recorrí en la mañana previa a la presentación algunos de los rincones más hermosos de la ciudad de Madrid, por aquello de calmar los nervios y, porque no confesarlo, por el puro placer de pasear. 
 
     La referencia del inicio a la frase de Julio César, tiene que ver con la profunda gratitud que siento con quienes hicieron posible que esta presentación resultara especialmente vibrante. Mis editores Manuel García y Pepe Dominguez. José Bonifacio Bermejo, quién desde las más absoluta generosidad aceptó prologar mi libro. Mi amigo y maestro José Ramón Penela. Eva de la Rocha y Roberto Gamonal, con quienes me gusta hablar de imprenta y mancharme las manos de tinta. Al  personal de la librería La Central con Jesús y Lucía a la cabeza. Y por último, a todas las personas que asistieron a la presentación de este libro.


     Convocar a medio centenar de personas en Madrid, pese a lo que cualquiera de nosotros pudiera pensar, es un éxito. Y eso es lo que la magia de la imprenta ha vuelto a conseguir con esta modesta aportación a su historia. Un acto que contó con unos presentadores inmejorables y un público entregado.
     Manuel García, que hizo de maestro de ceremonias, no dejó escapar la oportunidad de vindicar el papel como soporte natural para el libro, pero dejando claro que las nuevas tecnologías no pueden ignorarse ni despreciarse. Afirmó que las obras clásicas ya no deberían volver a ser impresas sobre papel, salvo que sea para mejorar las bellas ediciones barrocas o neoclásicas, para la consulta de estudiantes o simple lectura, son magníficos los libros electrónicos. No se puede ir contra el avance tecnológico, terminó diciendo.


     José Bonifacio Bermejo, hizo un recorrido por el contendido del libro, poniendo de manifiesto lo que para él son las aportaciones más novedosas e interesantes del mismo: la importancia de la aportación asiática al libro impreso, especialmente la coreana a la imprenta con tipos metálicos, la personal visión de la figura de Gutenberg o Schöffer, una rigurosa actualización de la expansión y difusión de la imprenta en Europa y las personalidades de los  mejores tipógrafos e impresores europeos y españoles. Un análisis cuidadoso que permite al lector profundizar en el pasado de la imprenta.
      Por su parte, José Ramón Penela, nos ilustró, con su amplio conocimiento sobre el tema, sobre la importancia tipográfica que la imprenta con tipos de plomo ha tenido en el diseño editorial. Mostró su preocupación por la mediocridad a la que los ordenadores llevaron a principios de los setenta a la edición de libros, para terminar defendiendo, con vehemencia, “la dignidad del párrafo”.
    Y en mi intervención, volví a defender la importancia de la aportación coreana a la historia de la imprenta, haciendo hincapié en la figura de la descubridora y mayor autoridad mundial en el JIKJI (primer libro impreso con tipos metálicos en el mundo) la doctora Park Byeng-sen, sin cuyo esfuerzo y perseverancia dificilmente se habría aceptado el papel de Corea en la historia de la imprenta.


     Finalizada la presentación y mientras que Eva de la Rocha y Roberto Gamonal ayudaban al público asistente a realizar personalmente una impresión en la pequeña minerva manual, me correspondió firmar ejemplares y sobre todo poder departir con todas y cada una de las personas que se acercaron a felicitarme.
     Especialmente cariñosos mis tíos Baldomero Martínez y Concha Benavides, quienes, pese a los achaque de la edad, no dejaron pasar la ocasión de acompañarme. Me resultó muy emotivo el encuentro con Glòria Alemany, antigua amiga de consultas y pasión tipográfica a la que solo conocía a través de nuestra correspondencia electrónica. La segunda secretaria de la Embajada de Corea en España, Yoo, Soo Ah, con la que conversé brevemente sobre la necesidad de divulgar y hacer más visible la participación coreana en la historia de la imprenta. Fue agradable charlar unos minutos con Javier Mañas de Omán Impresores, un colega impresor enamorado de las cosas bien hechas. También a los originales Pipoy Astuto (Noe y Pablo) a los que conocí hace tiempo por un encargo que terminó realizándoles mi amiga Lola Espinosa, y que además son vecinos de Los Plómez, que estuvieron bien representados por Nicolás, Juanjo e Inés,  y nuevos amigos y amigas con los que ahora comparto mi amor por la imprenta gracias a TYPOGRAPHICA.

Las fotografías que ilustran este artículo han sido realizadas por Estefi, Pablo, Roberto y Elena.


Coincidiendo con la presentación, apareció un artículo en elcultural.es del diario El Mundo
http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/3890/Francisco_de_Paula-_Los_coreanos_inventaron_la_imprenta_80_anos_antes_que_Gutenberg



miércoles, 10 de octubre de 2012

TYPOGRAPHICA se presenta en Madrid


    Como no podía ser de otra manera, el libro TYPOGRAPHICA será presentado en Madrid el próximo miércoles 17 de octubre y lo hará por todo lo alto. Empezando por los presentadores y terminando en el lugar elegido para el acontecimiento.
    Sin duda será un lujo poder escuchar al Director de la Imprenta Artesanal del Ayuntamiento, que además es el prologuista del libro, así como al creador y alma de la mejor Web que sobre tipografía existe en España unostiposduros, toda una referencia para diseñadores, creadores gráficos e impresores con tipos de plomo.
     Y que decir del espacio para realizar la presentación, nada más y nada menos que la librería LA CENTRAL del Museo Reina Sofía, en pleno centro del edifico Nouvel, un espacio donde se une modernidad y clasicismo, toda una declaración de intenciones de TYPOGRAPHICA.
    Para finalizar el acto de presentación, la guinda la pondrá una "Intervención Tipográfica" que pretende que todos y cada uno de los asistentes sientan la emoción al emular a Gutenberg por unos minutos. Para la misma vamos a contar con la ayuda de dos de los componentes de la Familia Plómez, que como excepcionales maestros de ceremonias, guiarán a los aprendices de impresores en el proceloso mundo de letras y tinta.  

viernes, 7 de septiembre de 2012

FE DE ERRATAS, DE LA FE DE RATAS

 
Máquina de "picar" palabras
    Rubén Garrido, es un amigo granadino inclasificable, inquieto, entrañable y con un talento inusual para el dibujo, diseño gráfico y como docente. De su desbordante imaginación surgió, hace años, el trabalenguas que encabeza este artículo; una cáustica crítica a la incomprensible costumbre por parte de algunos autores de incluir Fe de erratas en los libros impresos a finales de los 70 del siglo pasado. Una época en la que las primeras fotocomponedoras y máquinas de offset ya habían hecho su aparición en buena parte de las imprentas españolas. En el taller donde yo aprendí el oficio teníamos una Berthold de exposición por proyección, recuerdo que la matriz estaba constituida por una tira plástica que llevaba las imágenes de las letras en negativo y la luz atravesaba este negativo para impresionar el papel fotográfico, que revelado, era a la vez galerada de prueba y tira de composición definitiva para montar, fotografiar y pasar a la plancha de offset.
     Aquellos autores de los que se burlaba mi amigo, debían suponer que incluir una fe de erratas en su libro le daría, al mismo, una pátina de calidad de la que el texto carecía.
    Mención aparte merece el asunto de los errores de composición registrados en la Fe de erratas de los libros compuestos hasta el siglo XIX porque, para desgracia de los investigadores, hoy solo podemos ver el resultado final del trabajo de aquellos cajista, los pliegos que de las prensas salían impresos; nunca sabremos los errores más habituales o las barbaridades que salían de las torpes manos de lo aprendices en sus primeras composiciones, la corrección de todos aquellos gazapos nos han privado de una interesante fuente de conocimiento, de cómo era el trabajo en una imprenta hasta la llegada de la revolución industrial.    
    Para los amantes de la imprenta y el libro, espero que José Manuel Lucía Megías no sea del todo un desconocido, es Catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid, poeta y un investigador especializado en la literatura caballeresca y en la imprenta del Siglo de Oro, una fuente de conocimiento para los que nos interesamos en la historia de cómo fueron impresos los libros del XVI y XVII.
    Sus artículos sobre los originales de imprenta, manuscritos o impresos, que estaban destinados a servir a las imprentas como modelos para realizar la composición e impresión de un libro me apasionan, sobre todo por lo de excepcional que la conservación de dichos originales tiene y lo de revelador para conocer como era el verdadero trabajo de los antiguos tipógrafos, la diferencia entre lo que tenían delante y lo que salía de sus manos.
    Los que componemos con tipos de plomo, sabemos de los errores que podemos provocar al coger los tipo de la caja. Unas veces, porque la rapidez es garantía de error y otras, porque cogiendo el tipo del cajetín correspondiente, el fallo se pudo cometer previamente durante la distribución de otro texto, errando al devolver el tipo a su lugar correspondiente, por lo que terminamos colocando en el componedor una “s” cuando lo que necesitábamos era una “e”.


    Por eso cuando encontré este anuncio entre las páginas de uno de los Boletines Oficiales de la Provincia de Granada, que se conservan en el Archivo histórico de la Diputación de Granada, supe de inmediato que estaba ante una rareza tipográfica, algo excepcional, no todos los días se topa uno con tal cúmulo de despropósitos tipográficos. ¿Qué pudo ocurrir para que fuera impreso este engendro? las prisas, unas manos inexpertas, el descuido del corrector, en cualquier caso tenemos ante nosotros, por primera vez, lo que compuso aquel desconocido cajista, los tipos que en sus rápidos, o puede que torpes, movimientos cogió de la caja y que nunca pasaron por el tamiz de la corrección. Como en las novelas de Agatha Christie, solo al final seremos capaces de resolver el enigma, pero para mí que el responsable del taller donde se imprimó era malo de solemnidad.
    Francisco Núñez, que así se llamaba el impresor, debía de ser un empresario más preocupado por el dinero que los anuncios le proporcionaban que de la imagen que del anunciante trasmitía al lector en su periódico, lo digo porque el anuncio no solo salió publicado una vez, sino que fueron ¡46! las ocasiones en las el anuncio fue impreso. El primero apareció el día 22 de septiembre de 1871, y el último el 29 de noviembre del mismo año, no salió publicado algunos días; sin embargo, en todas las ocasiones apareció impreso como la primera vez, es decir, que compuesto el molde y hasta su distribución final a la conclusión del contrato de publicación no se volvió a tocar.
     Lo de no componer el anuncio nuevamente en cada inserción lo entiendo, era y durante años fue práctica habitual en los periódicos conservar los moldes de aquellos anuncios que con asiduidad se repetían, lo que me cuesta más trabajo comprender es por qué no se corrigió a lo largo de los meses que estuvo a la vista de todos. Lo que me hace dirigir la mirada al Cirujano Dentista del anuncio, quién tampoco debía de prestar mucha atención a lo que sobre su persona aparecía publicado diariamente en el periódico. ¡Menudo especialista!

    Pero en fín, para demostrar que la imprenta era cutre, aquí tienen este otro anuncio. Primero apareció publicado con una composición imposible de la palabra “provincia” para a continuación enmendar el entuerto, bueno no del todo, observen esa “t” de la izquierda, ¿pero cómo se puede poner un tipo entre las dos líneas?. Ver para creer.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Y LA IMPRENTA VOLVIÓ A LA MOTA


     Estas palabras, del escritor y periodista Santiago Campos, con las que encabezaban la crónica que sobre la presentación del libro Typographica publicara en el Diario IDEAL, creo que describen, con acierto, lo que ocurrió la pasada noche del 10 de agosto en Alcalá la Real.
   Porque aquella noche, la IMPRENTA fue la verdadera protagonista del acto celebrado en el increíble escenario de la fortaleza de La Mota, ruinas de la que fuera impresionante ciudad fortificada, frontera entre los reinos castellano y nazarí y que hoy, cuidadosamente restaurada mostró con orgullo, al público asistente, los restos de su imponente castillo, los de la iglesia renacentista y los restos de murallas y torreones que han logrado seguir en pie, soportando la destructiva mano del hombre tras años de desidia y abandono. Nadie imaginaba que la imprenta volviera a ponerse en funcionamiento en el mismo lugar donde en el año 1706 la instaló un impresor granadino para componer e imprimir el primer libro realizado en Alcalá y que desde entonces no había vuelto a ver entre sus muros chibaletes ni prensas de imprimir. 


   Teniendo como fondo el espectacular castillo árabe, la presentación del libro Typographica del alcalaíno Francisco de Paula Martínez Vela, no fue sino el pretexto para realizar un emotivo homenaje a la imprenta y a los hombres y mujeres que hicieron que la misma siguiera viva en la ciudad de Alcalá la Real desde el siglo XVIII hasta nuestro días. Contando como invitados de excepción con los dos últimos impresores tipográficos de la comarca: Salvador Fernández Gomar de Gráficas Gomar de Alcaudete y Emilio Martínez Sánchez de Gráficas Marvel de Alcalá la Real, que con 87 y 84 años respectivamente son memoria viva de aquella imprenta comercial con tipos de plomo que algunos tanto amamos, así como el hijo de otro de los impresores alcalaínos que tuvo taller abierto desde los años 30 hasta bien entrados los 70 del pasado siglo: Domingo Murcia Rosales de la Imprenta La Magdalena de Alcalá la Real, a quienes vemos en la fotografía flanqueados por el autor y su hermano, mientras que en la otra imagen se puede ver a toda la saga de impresores Marvel. El hermano mayor Manuel, que aprendió y ejerció el oficio de cajista antes de dedicar su vida a la pintura y la serigrafía, el fundador de Gráficas Marvel, Emilio junto al sucesor del negocio Emilio José y Francisco de Paula, impresor artesanal y autor del libro.
 

    Pero para que la magia de la imprenta regresara a La Mota contamos con la colaboración y apoyo del Ayuntamiento de Alcalá la Real, de Juan Ángel Pérez Arjona, Concejal de Patrimonio, la del arqueólogo municipal Carlos Calvo Aguilar y la del técnico de cultura y responsable de la Asociación Cultural «Enrique Toral y Pilar Soler», Francisco Toro Ceballos, quién además hizo posible que uno de los ejemplares impresos en el años 1707 en la imprenta instalada en La Mota volviera al lugar donde vio la luz ¡una emocionante sorpresa!.

   De modo, que la histórica Minerva “Bostón” de palanca de Gráficas Marvel, junto con un Chibalete del siglo XIX de la antigua imprenta granadina del Sagrado Corazón, fueron trasladados con mucha delicadeza por operarios municipales e instalados en la Capilla del Deán, un espacio encantador y en el que ambas piezas lucían magníficamente, parecían como en casa.

    La presentación corrió a cargo de Manuel García, editor, Manuel Vela, artista plástico, Domingo Murcia, cronista oficial de la ciudad y de Francisco de Paula, el autor. Cada uno de ellos, además de sobre el libro que se presentaba, hablaron de la relación personal que tenían con la imprenta.
   En las palabras de Manuel Vela hubo sobre todo sentimiento, habló de su niñez en la imprenta familiar, de cómo su relación con los tipos de plomo le ayudo en su época de estudiante para conseguir algo de dinero extra, trabajando como cajista en imprentas de Granada y Sevilla, y de cómo veía natural la relación del autor con la imprenta ya que la misma le venía desde el mismo nacimiento, pues nos contó que la imprenta familiar comenzó el mismo año en que el autor del libro vino al mundo.
    Manuel García, por su parte, nos introdujo en el mundo del libro antiguo impreso, su verdadera pasión, contándonos algunas anécdotas simpáticas sobre la edición de libros en el siglo XVI y la relación que la sociedad ha tenido con los libros en distintas épocas de nuestra historia, sostuvo que el libro impreso sobre papel nunca desaparecerá pues la emoción y sensación al tacto, así como la belleza de un impreso nunca podrá ser suplantada por los fríos soportes electrónicos.
   Domingo Murcia, como hijo de impresor, supo introducirnos en el ambiente que se respiraba en la imprenta familiar en la década de los sesenta. Aquel taller, dijo, era una especie de “rebotica” dónde la intelectualidad del pueblo se reunía en torno al tipógrafo para hablar de lo humano y lo divino. Narrando algunas simpáticas anécdotas del trabajo de una imprenta de aquellos años. 

   Por último, Francisco de Paula Martínez, nos hizo retroceder en el tiempo para hacernos entrar en la imprenta que el granadino Francisco de Ochoa, a iniciativa del Abad Diego Castell, instaló a escasos metros de donde esa noche nos encontrábamos. Aparte de mostrar uno de los libros impresos en aquella imprenta en el año 1707, nos habló de como sería aquel taller, la maquinaria, el personal así como el trabajo que en el mismo realizarían cada uno de ellos.
    Para que la historia de aquella imprenta fuese mas real, los actores de Alcalá Teatro, Abraham Calvo y Fernando Serrano, sorprendieron al público asistente representando un pequeño diálogo entre el Abad y el impresor, los dos protagonistas de la historia de la imprenta en Alcalá la Real con lo que lograron hacernos retroceder en el tiempo unos siglos.

    Finalizada la presentación de libro, el autor firmó ejemplares del mismo, contando con algunos admiradores, como Jaime y Ángela Melero Martínez, que tendrán que esperar algunos añitos para poder leerlo en profundidad y a los que dedicó con especial cariño sus libros.
     Mientras tanto, las personas que quisieron, pudieron realizar personalmente la impresión, a golpe de palanca, de un facsímil de la portada del primer libro impreso en Alcalá en la antigua Minerva Boston, para lo que contaron con la ayuda del impresor Emilio José Martínez, así como refrescar la calurosa noche con un riquísimo ponche elaborado para la ocasión por José Martín Vela, de la popular taberna alcalaína “Pepillo el Aguardentero”.

    El acto concluyó entrada la madrugada y tanto el público asistente como el lugar donde se desarrolló hicieron que la presentación resultara maravillosa e inolvidable.
   
Las fotografías que ilustran este artículo fueron realizadas por Javier Gómez y Juan Luis López.

lunes, 20 de agosto de 2012

LA IMPRENTA EN “SU SALSA”


     En una entrada anterior ya reflexioné sobre las representaciones que hemos ido construyendo a través de los años de los viejos talleres de imprenta, sobre todo tras contemplar los antiguos grabados y dibujos en los que se representaban las imprentas en plena actividad, que son, sin duda, unas imágenes idealizadas, una visión falseada de la realidad.
    La distancia existente entre lo que nuestros ojos ven y lo que de verdad ocurría dentro de una de aquellas imprentas es ciertamente considerable. Una distorsión de la realidad que continuó hasta que la fotografía hizo su aparición y los fotógrafos enfocaron sus objetivos en el interior de las imprentas.

     Este grabado de un taller de imprenta que apareció publicado en el periódico inglés New Universal Magazine en 1752, nos muestra una imprenta en una época en la que prensas de madera todavía reinaban en estos negocios. Aquí podemos ver los distintos operarios de una imprenta realizando sus cometidos de manera ordenada y pulcra. Al fondo tenemos al cajista, cogiendo las letras de la caja para colocarlas en el “componedor”. Parece que el trabajo de Batidor y tirador lo realiza la misma persona, que vemos entintar el molde con las “balas”, pues su ropa y envergadura así lo pone de manifiesto mientras que la persona, junto a él, solo parece observar la hoja impresa, quizás sea el dueño. Mientras tanto, el trabajador que tenemos más cerca de nosotros, no sabemos muy bien que es lo que hace, parece que está corrigiendo una “forma” o puede que la estuviera ajustando en la “rama”. Las hojas de papel perfectamente alineadas tras de él, así como las hojas secándose colgadas del techo nos indica que este es un establecimiento tipográfico de lo más recomendable para realizar la impresión de un libro.

    En esta otra litografía, algo más moderna, de una imprenta que se incluyó en una serie titulada Prang's Aids for Object Teaching: Trades and Occupations impresa en Boston en 1875, podemos ver también a un cajista trabajando frente a su caja, a un maquinista introduciendo manualmente papel en una prensa plano-cilíndrica accionada a vapor, también podemos ver, quizás al jefe de taller, ajustando el molde en la rama con unas "cuñas" de hierro metidas a martillazos, a otro operario ante una maquina sin identificar, que o bien era algún tipo de prensa para ajustar clichés o puede que una prensa de platina a pedal de los modelos fabricados por Stephen Ruggles en 1850 imprimiendo un trabajo y por último un trabajador que parece estar humedeciendo el papel, un proceso al que se sometía al papel de algodón antes de la impresión, de manera que la tinta se adhiriera con más facilidad al papel.
       En ambos casos, el entorno de trabajo nos indica que estamos ante talleres eficientes, ordenados y muy limpios, demasiado limpios y ordenados, algo que en nada se parecería a un verdadero taller de imprenta, como los que podemos ver a continuación.
     
     Esta es una fotografía tomada hacia 1900 en la imprenta Trois Rivieres de Québec, en Canada, y al contrario que en las anteriores imágenes, aquí si que nos encontramos en un taller real. Vemos delantales manchados de tinta y paredes sucias, papeles esparcidos por el suelo, un ambiente poco iluminado y donde las personas y las máquinas comparten el escaso espacio disponible. Hay dos maquinistas situados antes su prensas de platina, uno de ellos sentado en un taburete, debido a las largas jornadas de trabajo de aquellos años, mientras que vemos al maquinista de la plano-cilíndrica y a su joven ayudante subido en el estribo de lo que parece una Prensa Babcock, todas ellas accionadas ya por electricidad. Y por último el cajista situado en el centro de la fotografía nos muestra un enorme componedor con varios tipos de madera de gran tamaño, ¡menudo artefacto!.


   Por último, esta otra fotografía, de la imprenta Paxton & Evans de Texas, tomada en 1905, podemos ver a de nuevo delantales manchados, suciedad en el suelo y ese desorden en los chibaletes y la mesa de imposición habitual de un taller en el que se trabaja. El cajista del fondo está cogiendo tipos de una caja a medio sacar del “chibalete”, tal y como lo seguimos haciendo cuando es poco el texto a componer, mientras su compañero se ha detenido en su tarea, quizás algo nervioso ante la fotografía, apretando entre sus manos el componedor. Finalmente el propietario está ajustando un molde en la “rama”, en una mesa de imposición como las que yo recuerdo de las imprentas, con todo por medio, el mazo para “tamborilear”, los moldes de los trabajos a imprimir y ya impresos, el bote con la gasolina, las cuñas…. Un caos. Sin embargo, en ambas imágenes parece que hay un cierto orgullo por parte de los trabajadores que posaron para el fotógrafo.
    Pese a todo, en estos locales mal iluminados, desordenados y caóticos fue donde durante décadas se imprimieron los libros, periódicos, revistas y folletos con gusto y pulcritud, esos impresos rancios y trasnochados en los que algunos vemos la habilidad, el buen hacer y el oficio de aquellos antiguos maestros impresores.

miércoles, 8 de agosto de 2012

TYPOGRAPHICA en Alcalá la Real

       El próximo viernes 10 de agosto será presentado el libro TYPOGRAPHICA en Alcalá la Real, y como estamos en nuestro pueblo, la Imprenta Artesanal MARVEL ha preparado una actividad tipográfica en la fortaleza de La Mota. No podíamos dejar pasar la oportunidad de realizar un homenaje a la imprenta alcalaína, y pensamos.... ¿que mejor manera de hacerlo que subiendo una imprenta al mismo lugar donde en el año 1706 se imprimieron las primeras hojas de papel en una prensa de madera?. La idea fue acogida con entusiasmo y los medios de comunicación se han hecho eco de la misma. (Diario Jaén, Diario Ideal, Radio Jaén cadena Ser, Cope Jaén y Radio Alcalá).
      Para nosotros es todo un reto y un magnífico pretexto para dar a conocer el trabajo artesanal que realizamos en nuestro taller.

 



domingo, 3 de junio de 2012

Presentación del libro TYPOGRAPHICA

Nunca la presentación de un libro sobre la historia de la imprenta había levantado tanta expectación entre profesionales, amantes de las Artes Gráficas y público en general. Quizás porque este acto era mucho más que la presentación de un libro, el mismo fue un encuentro con la música y una oportunidad única de realizar una impresión en una máquina histórica de principios del siglo XX. El acto que  tuvo lugar el pasado 1 de junio en el granadino Palacio de los Condes de Gabia, reunió a casi 200 personas.


La presentación del acto estuvo a cargo de José Antonio González Alcalá, en representación de la Diputación de Granada, quién estuvo acompañado en la mesa por el responsable de la editorial Point de Lunettes y poeta Manuel García, el escritor y periodista Andrés Cárdenas, el artista y tipógrafo Emilio Sdun y el autor del libro Francisco de Paula Martínez Vela
   

El acto comenzó con la actuación musical de los profesores del Real Conservatorio Superior de Música “Victoria Eugenia” de Granada, Mª del Mar y David Montañes, que interpretaron fragmentos de obras clásicas y composiciones del propio David.


Ya en el salón de actos, las palabras de bienvenida del Diputado de Cultura abrieron el acto en el que la siempre ocurrente e ingeniosa prosa de Andrés Cárdenas supo arrancar la sonrisa del público que llenaba el salón con la lectura del relato “La utilidad de la prensa”. Por su parte, Manuel García, responsable de la editorial nos desgranó el contenido del libro, resaltando que el mismo daba comienzo a una colección sobre los oficios del libro. Emilio Sdun, además de ilustrarnos en la relación tipográfica que mantiene con el autor del libro, nos introdujo en el apasionante mundo del libro impreso contemporaneo en Europa y España. Terminó, Francisco de Paula, disertando sobre la desconocida historia del hallazgo del primer libro impreso con tipos de metal, el JIKJI. Así como las peripecias que por culpa del mismo padeció la doctora Park Byeng-sen, descubridora del mismo.


El punto y final al acto lo puso el maestro impresor Manuel López Benavides con una “Acción Tipográfica” en la que cada uno de los asistentes realizó una impresión en una Minerva Boston de palanca bajo su atenta mirada.

Realmente fue una noche dónde la verdadera protagonista fue esta vieja prensa Boston, en la fotografía rodeada de impresores, el ruido de su plato y el olor a tinta terminó por impregnar todo el recinto.
La presentación de Typographica acabo convirtiéndose en una fiesta de la imprenta, en la que los que amamos este oficio disfrutamos de todos y cada uno de los momentos.



Aquí os dejo mi intervención.
http://youtu.be/Osq8IkqDK5I


jueves, 31 de mayo de 2012

La ventaja de tener tinta en las venas


Con motivo de la presentación del libro TYPOGRAPHICA apareció esta magnifica entrevista que me realizaron y publicaron en el diario granadino IDEAL, de la genial mano del periodista y escritor Andrés Cárdenas. En ella dejo clara cual es mi opinión sobre la imprenta tipográfica y sobre el futuro de la misma. Yo creo que cuando la imprenta artesanal logre tener su propia discurso plástico y artístico, será cuando realmente renazca de los escombros gutemberiano que estan resultando de la demolición que hace tiempo iniciaron las tecnologías electrónicas. Gracias Nani Sahra Walker por tu maravillosa fotografía.



Sobre el libro TYPOGRAPHICA, también se ha escrito en respetadas y respetables páginas web:
http://300puntos.info/2012/05/presentacion-del-libro-typographica-la-historia-del-arte-de-imprimir/
http://www.unostiposduros.com/typographica-la-historia-del-arte-de-imprimir/
http://graffica.info/2012/05/24/typographica-la-historia-del-arte-de-imprimir/

miércoles, 16 de mayo de 2012

Typographica.

La historia del arte de imprimir.


  Los Maestros impresores hasta finales del siglo XIX eran los únicos que, juntos con los autores, realmente escribían libros. Los unos con plumas y los otros con sus componedores y los tipos de plomo. ¡Lástima no haber vivido en aquel tiempo!
  Imagino la emocionante experiencia al poder escribir TYPOGRAPHICA con ambos instrumentos, algo sólo reservado al exclusivo grupo de escritores-tipógrafos, que en la larga historia del libro han compartido pluma y componedor, listado al que me gustaría sumarme pese a que este libro se escribió y compuso en un ordenador, es lo que tiene vivir en el s. XXI.
Del primero que tengo noticias es del agrónomo e impresor chino Wang Zhen autor del Nong Shu, un importante tratado medieval sobre prácticas agrícolas que fue impreso en el año 1313, Para hacer aquel libro, escrito, compuesto e impreso por él, tuvo que tallar más de 60.000 ideogramas independientes de madera e idear un sistema para su almacenamiento.
Tras este primer escritor-tipógrafo, para volver a encontrarnos con escritores que además imprimieran sus propios textos, tendremos que avanzar unos centenares de años en la historia para descubrir a personajes de la talla de Aldo Manuzio, famoso impresor veneciano que abre la nómina de quienes escriben e imprimen sobre su oficio y que en 1561 sacó de sus prensas el Epitome de Orthographiae, Pierre-Simon Fournier con su Manuel typographique impreso en 1569 o Margarita Dall’Aglio, viuda de Giambastista Bodoni, que imprimió en 1818 el Manuale tipografico del cavaliere Giambattista Bodoni. Todos ellos fueron realizados por hombres y mujeres que, ante todo, fueron impresores o cajistas que escribían de lo que sabían y lo hacían con el oficio aprendido tras años de aprendizaje y observación.
En cuanto a los españoles, hay dos personajes que por su carácter humanista destacan por encima del resto, pese a que hubo otros impresores que escribieron e imprimieron en sus talleres sus libros. Se trata de Juan Caramuel y Alonso Víctor de Paredes.
A Caramuel se le tiene por el primer español que escribió un tratado sobre el arte de imprimir, el Syntagma de arte typographica, publicado en Lyon en 1664. Por lo que dejó escrito sabemos que conocía el oficio de componer y de imprimir. A él pertenece la frase: «Estamos en deuda con los impresores cuantos escribimos libros» 
De Paredes, sabemos que su Institución y origen del Arte de la Imprenta y reglas generales para los componedores fue escrito con la ayuda del componedor “como avia de gastar el tiempo en escrivirlo, le fuy gastando en irlo componiendo” y que lo sacó de la prensa en 1680. Él dejó impreso ‘‘Asimilo yo un libro a la fábrica de un hombre /…/ a esta fábrica, pues, debemos todos cooperar con acierto, cada uno en lo que le toca, porque, si el componedor permite que salga a luz libro de mala doctrina, mejor fuera no hacerle, aunque más bien adornado esté en lo demás, porque no viéramos tan horrible monstruo; si lo que el libro contiene no es mala doctrina, pero está mal compuesta y con erratas graves, también es monstruosidad; si en la prensa se descuidan, parece mal y se hace aborrecible; y así encargo mucho que los impresores obren con deseo de acertar en materia que tanto importa 
Pienso como Caramuel que los escritores debemos más de lo que pensamos a los impresores y como Paredes creo que para que un libro sea una realidad, escritores e impresores debemos cooperar en lo que a cada uno corresponde para que el mismo, en su contenido y aspecto, no sea aborrecible al lector. 


TYPOGRAPHICA es un libro de “largo recorrido” en su concepción y espero que en su vida en soporte papel. Si yo no fuera como soy en cuestiones tipográficas, un tipo incapaz de ver la realidad como es y empeñado en hacerle ver al resto del mundo lo equivocados que están, este libro nunca se habría escrito. ¿Para que hablar de algo que ya no existe?. Pero es lo que ocurre cuando tus sentidos experimentan con los tipos de plomo o la tinta de imprenta. Entonces, tu mundo se trastoca y regresas a un tiempo en el que las imprentas se tocaban, se olían y sobre todo se oían. De esos espacios salieron los primeros libros y en ellos comenzaron a escribirse las primeras líneas biográficas de los protagonistas que pululan por las páginas de este libro.
Aunque sobre la historia de la imprenta se ha escrito mucho y bien, tiene este libro aportaciones originales que modernizan muchos de aquellos textos decimonónicos que han fijado en nuestra memoria fechas, datos y personajes de una manera indeleble.
Desplazar hasta la lejana península de Corea el nacimiento de los tipos móviles fundidos en metal, sin dejar de reconocer la genialidad del invento gutenberiano, creo que es uno de los logros de TYPOGRAPHICA. Situar en un tiempo de cambio la contradictoria personalidad de Gutenberg o las complejas figuras de Fust o Schöffer, ayudara a engrandecer sus aportaciones a la historia de la imprenta a la par que a humanizarlos, pues demasiados panegíricos han desdibujado la realidad. Otro aspecto novedoso de este libro es la traducción al español del Instrumento Notarial de Helmasperger, en el que podremos por primera vez leer lo sucedido en el famoso juicio entre Fust y Gutenberg. 
Para las nuevas generaciones de diseñadores, maquetadores y profesionales de las Artes Gráficas, es este un libro que les ayudará a conocer los orígenes de su oficio mostrándoles, de paso, que su profesión no es sino un eslabón más de la larga cadena de acontecimientos y personajes que jalonaron la historia del arte de imprimir.
En cuanto al otro aspecto del libro, el formal, ha estado al cuidado de Manuel García y tanto el diseño como la maquetación a cargo de Mª Jesús Casermeiro, sobre su trabajo solo decir que sus páginas destilan un mimo, una generosidad en los blancos muy a la moda italiana de finales del XV, la acertada elección para el texto del tipo Janson, creada en 1685 por el punzonista húngaro Miklos Klis, una romana muy elegante y versátil y sobre todo muy legible. La profusión de ilustraciones consigue hacer aún más atractiva su lectura.

Considerando el aspecto artesanal y artístico que la imprenta con tipos de plomo está recuperando y de la que soy un reconocido activista, la Editorial ha decidido realizar una edición limitada, cuidada y exquisita de 100 ejemplares de arte, en el que cada libro va numerado (en árabe) y firmado, su presentación es “en rama” (cuyos pliegos están plegados pero no encuadernados con una cubierta a la japonesa realizada por Manuel García) y en los que además, cada ejemplar se acompaña de una estampa tipográfica original, también numerada y firmada que fue realizada, compuesta e impresa en una prensa Boston de platina en la Imprenta Artesanal Marvel especialmente para este libro.



Typographica.
La historia del arte de imprimir.
Francisco de Paula Martínez Vela
Editorial Point de Lunettes
ISBN: 978-84-96508-57-6
Precio: 15 €
Precio Libro de Arte: 50 €

martes, 8 de mayo de 2012

Oficina TYPOGRAPHICA

Recuerdo que durante las soporíferas clases de latín en el bachillerato, no debía de andar muy fino en atención, cosa de las hormonas supongo, porque en todo lo referente a esta lengua clásica no son dudas, es una enorme laguna a la que me enfrento... sin saber nadar.

Según me indicaba mi editor Manuel García, en latín, Typographica es solo un adjetivo, por lo que necesita acompañarse de un sustantivo para que signifique algo. Así este adjetivo lo podemos encontrar en muchos títulos de libros junto a Principia, Sintagma, Ars, Incunabula, Biblio, Monumenta, en fin, toda una serie de nombres que le ayuden a expresar alguna características o propiedad. ¡Ah! se me olvidaba, y también Oficina.

De Typographica, sin sustantivo, ya les hablaré en otra entrada, pues ese es el título de mi libro que en unos días presentaré en este blog.

Manuel Benavides y Francisco de Paula en la Oficina Tipográfica

Comentaba todo esto, porque durante la Feria del Libro celebrada en Granada durante el pasado mes de abril, tuvimos abierta al público una Oficina Typographica en la que mostramos el funcionamiento de un pequeño taller de imprenta como los que estuvieron en funcionamiento en España hasta bien entrada la mitad del siglo XX. Utilizo el plural porque en el proyecto, auspiciado por la Delegación de Cultura de la Diputación de Granada, estuvimos mi amigo Manolo López Benavides y yo durante los nueve días que duró el evento, mañana y tarde, atendiendo a cuantos niños y adultos se acercaron con curiosidad e interés a conocer este antiguo oficio.

La experiencia fue enriquecedora por cuanto la mayoría de los visitantes nunca había visto ni una Minerva en funcionamiento, ni un chibalete de tipos de plomo. Todo era nuevo para ellos, aun cuando los Chibaletes y las dos minervas manuales, que tuvimos funcionando, fueran construidas en las postrimerías del siglo XIX. Tanto la minerva Boston de palanca, como la de pedal podéis verlas en funcionamiento en alguno de estos videos así como en el montaje fotográfico que ha preparado Manolo Benavides y a través del que podréis ver desde los preparativos previos a las actividades realizadas durante la feria y lo más importante, las visitas que recibimos, desde unos pequeñajos que apenas alcanzaban a la palanca de la Boston, a los alumnos y alumnas de Artes Gráficas de la Escuela del Ave María San Cristóbal, sin olvidar la activa e interesante visita de los amigos de 300puntos, la Comunidad de Diseñadores Gráficos de Granada que compartió con nosotros durante toda una tarde la pasión y el amor por la imprenta con tipos de plomo.
 
Desde luego la imprenta tipográfica está encontrando su lugar ante el empuje sin retorno de la imprenta digital, no puedo saber el lugar que el futuro le deparará a las Artes Gráficas, pero lo que puedo afirmar es que la Imprenta Artesanal ya tiene el suyo junto a las Bellas Artes. Ha renacido de sus cenizas convertida en arte, lugar que ya ocupó en el siglo XV

VIDEOS/FOTOS OFICINA TIPOGRAFICA:



viernes, 4 de mayo de 2012

IMPRESO EN GRANADA


Aunque al principio esta entrada estaba pensada para narrar la experiencia vivida en la Oficina Tipográfica instalada durante la pasada Feria del Libro de Granada, el hecho de haberme encontrado rodeado de libros, me hizo recordar un singular impreso conservado entre los fondos del Archivo de la Diputación de Granada que descubrí durante la preparación del material a exponer en una vitrina, y que pude ver y sobre todo “tocar” gracias a la amabilidad, profesionalidad y buen hacer entre legajos y libros de Amalia Gijón y Julia Olivares. A veces, uno se topa con curiosidades bibliográficas sobre las que se impone reflexionar en torno a la imprenta. 

La principal novedad es la de encontrarme no ante un ejemplar, como es habitual en los archivos o bibliotecas, sino ante una buena parte de la tirada de aquel libro, más de 50 ejemplares bien conservados, convenientemente empaquetados por docenas y preparados para su envío al encuadernador y posterior distribución. Pero además, y esto es lo que llamó mi atención, la portada que abre el libro no hace referencia ni al título de la obra, autor u otros datos relativos al contenido de la misma. Lo primero que el lector encuentra en la cincuentena de libros es, en el interior de una orla xilográfica, un escudo real dentro de un recuadro y ocupando más de la mitad de la hoja “Impresso en Granada, en la Imprenta Real”, con el remate de unas estrellas decorativas. 

Con el paso de los años la estructura del libro cambió, los ejemplares se encuadernaban con su cubierta, y abierto el libro la portadilla o anteportada era la primera página impar impresa, justo antes de la portada, la misma era destinada a hace constar el título resumido y el nombre del autor, ya que la portada se reserva para el título del libro y el nombre del autor completo. Los datos del impresor o la imprenta, así como otros aspectos técnicos relativos a la edición eran impresor a la vuelta o también en el colofón, que es la última página impresa donde se incluyen datos relativos a la impresión. Pero en el siglo XVIII la práctica habitual era otra, el primer pliego impreso arrancaba directamente con la portada en cuya parte inferior se hacia constar el lugar, año de la impresión y el nombre del impresor o taller donde fue realizado, los libros salían de la imprenta sin cubierta para que el encuadernador la realizase a gusto del comprador del libro. 
Lo que en este libro ocupa el lugar destinado a portada, en muchos otros de la época aparece al final del mismo y no parece un error al colocar inadecuadamente un pliego de lugar, pues este, como el resto del libro está formado por pliegos de 12 páginas en cuarto (18,5 x 14cm.), por lo que su posición inicial es más que intencionada. Siguiendo esta estructura y los cuerpos de los tipos usados, sin duda, lo más relevante de este libro es que fue impreso en Granada.

Ahora bien, por la página posterior sabemos que el libro trata sobre las Ordenanzas y Constituciones del Real Hospicio de Granada, mandadas guardar por Real Orden de 10 de agosto de 1756, y aunque carece de fecha de impresión, el dato de la orden real y las características del escudo de Armas de la época de Fernando VI, con el collar de la orden del Toisón de Oro, nos ayuda a situar la impresión del mismo entre los años 1756 y 1759. Del interior, compuesto con un tipo romano, puede que salido del obrador de la fundición de tipos de la Imprenta Real de Madrid, y con una impresión bastante aceptable en cuanto a su regularidad, sólo cabe destacar la utilización de manecillas y paréntesis como elemento decorativo en la página 213 y un taco xilográfico con la imagen de un florero sobre la palabra FIN.
 
Es la Imprenta Real granadina, durante el siglo XVIII, la que mayor número de obras estampe en sus prensas, y aunque en muchas obras aparece como ubicada en la calle del Pan, carecen todos sus pies de imprenta del nombre del impresor que las realizaba, como así ocurría hasta 1710 con Francisco de Ochoa, que ostentó hasta su muerte los títulos de impresor real y del santo oficio.

¿Era un taller independiente? o, por el contrario, ¿todas las obras mandadas imprimir por orden real se hacían en alguno de los talleres existentes en Granada?. La falta de un estudio tipográfico sobre los tipos de plomo utilizados en los ejemplares de la Imprenta Real y los de la imprenta de José de la Puerta, el mejor impresor por esos años, abre incógnitas que hasta ese estudio se antojan difíciles de resolver.

La coexistencia de la Imprenta de la Santísima Trinidad, con un taller propio instalado en el Convento de los Trinitarios (la actual plaza de la Trinidad granadina) y en cuyas instalaciones sin embargo imprimieron maestros de la talla de Antonio Torrubia, con taller propio abierto al mismo tiempo, nos sugiere la posibilidad de que estas imprentas “institucionales” dispondrían del material y personal necesario para realizar la tareas propias del oficio y que, cuando el trabajo a acometer lo exigiera, contratarían los servicios de los mejores maestros impresores de la ciudad para que compusieran e imprimieran en dicha imprenta sin necesidad de utilizar ni sus tipos ni sus prensas. Sin duda resultaría más ventajoso para la orden o institución real, pues hecho el desembolso inicial de tipos y prensas solo en el caso de acometer obras de cierta importancia necesitaría la presencia de un maestro impresor, mientras que para el resto de folletos, hojas sueltas e impresos menores podrían acometerlos ellos mismos.

         Sin duda los libros impresos son una suerte de “pozo sin fondo” en lo que casi todo está por descubrir, y dependiendo de como te acerques a ellos te deparan interesantes sorpresas o, como en este caso, me sugieren nuevas líneas de investigación sobre el funcionamiento de aquellos antiguos talleres de imprenta, ¡Fantástico!, no les parece.