Estas palabras, del escritor y
periodista Santiago Campos, con las que encabezaban la crónica que sobre la
presentación del libro Typographica
publicara en el Diario IDEAL,
creo que describen, con acierto, lo que ocurrió la pasada noche del 10 de
agosto en Alcalá la Real.
Porque aquella noche, la IMPRENTA fue la verdadera protagonista
del acto celebrado en el increíble escenario de la fortaleza de La Mota, ruinas de la que fuera impresionante ciudad fortificada, frontera entre los reinos
castellano y nazarí y que hoy, cuidadosamente restaurada mostró con orgullo, al
público asistente, los restos de su imponente castillo, los de la iglesia
renacentista y los restos de murallas y torreones que han logrado seguir en
pie, soportando la destructiva mano del hombre tras años de desidia y abandono.
Nadie imaginaba que la imprenta volviera a ponerse en funcionamiento en el
mismo lugar donde en el año 1706 la instaló un impresor granadino para componer
e imprimir el primer libro realizado en Alcalá y que desde entonces no había
vuelto a ver entre sus muros chibaletes ni prensas de imprimir.
Teniendo como fondo el espectacular castillo árabe, la presentación del libro Typographica del alcalaíno Francisco
de Paula Martínez Vela, no fue sino el pretexto para realizar un emotivo
homenaje a la imprenta y a los hombres y mujeres que hicieron que la misma siguiera
viva en la ciudad de Alcalá la Real desde el siglo XVIII hasta nuestro días.
Contando como invitados de excepción con los dos últimos impresores
tipográficos de la comarca: Salvador Fernández Gomar de Gráficas Gomar de Alcaudete y Emilio Martínez Sánchez de Gráficas Marvel de Alcalá la Real, que
con 87 y 84 años respectivamente son memoria viva de aquella imprenta comercial
con tipos de plomo que algunos tanto amamos, así como el hijo de otro de los
impresores alcalaínos que tuvo taller abierto desde los años 30 hasta bien
entrados los 70 del pasado siglo: Domingo Murcia Rosales de la Imprenta La Magdalena de Alcalá la Real,
a quienes vemos en la fotografía flanqueados por el autor y su hermano,
mientras que en la otra imagen se puede ver a toda la saga de impresores Marvel.
El hermano mayor Manuel, que aprendió y ejerció el oficio de cajista antes de
dedicar su vida a la pintura y la serigrafía, el fundador de Gráficas Marvel,
Emilio junto al sucesor del negocio Emilio José y Francisco de Paula, impresor
artesanal y autor del libro.
Pero para que la magia de la
imprenta regresara a La Mota contamos con la colaboración y apoyo del Ayuntamiento de Alcalá la Real, de Juan Ángel Pérez Arjona, Concejal de Patrimonio, la del arqueólogo municipal Carlos Calvo Aguilar y la del técnico de cultura y
responsable de la Asociación Cultural «Enrique Toral y Pilar Soler», Francisco Toro Ceballos, quién además hizo
posible que uno de los ejemplares impresos en el años 1707 en la imprenta
instalada en La Mota volviera al lugar donde vio la luz ¡una emocionante sorpresa!.
De modo, que la
histórica Minerva “Bostón” de palanca de Gráficas Marvel, junto con un
Chibalete del siglo XIX de la antigua imprenta granadina del Sagrado Corazón,
fueron trasladados con mucha delicadeza por operarios municipales e instalados
en la Capilla del Deán, un espacio encantador y en el que ambas piezas lucían
magníficamente, parecían como en casa.
La presentación corrió
a cargo de Manuel García, editor, Manuel Vela, artista plástico, Domingo Murcia, cronista oficial de la ciudad y de Francisco de Paula, el autor. Cada uno de ellos, además de sobre el
libro que se presentaba, hablaron de la relación personal que tenían con la
imprenta.
En las palabras de
Manuel Vela hubo sobre todo sentimiento, habló de su niñez en la imprenta
familiar, de cómo su relación con los tipos de plomo le ayudo en su época de
estudiante para conseguir algo de dinero extra, trabajando como cajista en
imprentas de Granada y Sevilla, y de cómo veía natural la relación del autor
con la imprenta ya que la misma le venía desde el mismo nacimiento, pues nos
contó que la imprenta familiar comenzó el mismo año en que el autor del libro
vino al mundo.
Manuel García, por
su parte, nos introdujo en el mundo del libro antiguo impreso, su verdadera
pasión, contándonos algunas anécdotas simpáticas sobre la edición de libros en
el siglo XVI y la relación que la sociedad ha tenido con los libros en
distintas épocas de nuestra historia, sostuvo que el libro impreso sobre papel
nunca desaparecerá pues la emoción y sensación al tacto, así como la belleza de
un impreso nunca podrá ser suplantada por los fríos soportes electrónicos.
Domingo Murcia, como hijo de
impresor, supo introducirnos en el ambiente que se respiraba en la imprenta
familiar en la década de los sesenta. Aquel taller, dijo, era una especie de
“rebotica” dónde la intelectualidad del pueblo se reunía en torno al tipógrafo
para hablar de lo humano y lo divino. Narrando algunas simpáticas anécdotas del
trabajo de una imprenta de aquellos años.
Por último, Francisco de Paula
Martínez, nos hizo retroceder en el tiempo para hacernos entrar en la imprenta que el
granadino Francisco de Ochoa, a iniciativa del Abad Diego Castell, instaló a
escasos metros de donde esa noche nos encontrábamos. Aparte de mostrar uno de
los libros impresos en aquella imprenta en el año 1707, nos habló de como sería
aquel taller, la maquinaria, el personal así como el trabajo que en el mismo
realizarían cada uno de ellos.
Para que la historia de aquella imprenta fuese mas real, los actores de Alcalá Teatro, Abraham Calvo y
Fernando Serrano, sorprendieron al público asistente representando un pequeño
diálogo entre el Abad y el impresor, los dos protagonistas de la historia de la
imprenta en Alcalá la Real con lo que lograron hacernos retroceder en el tiempo unos siglos.
Finalizada la presentación de
libro, el autor firmó ejemplares del mismo, contando con algunos admiradores,
como Jaime y Ángela Melero Martínez, que tendrán que esperar algunos añitos
para poder leerlo en profundidad y a los que dedicó con especial cariño sus
libros.
Mientras tanto, las personas que
quisieron, pudieron realizar personalmente la impresión, a golpe de palanca, de
un facsímil de la portada del primer libro impreso en Alcalá en la antigua
Minerva Boston, para lo que contaron con la ayuda del impresor Emilio José
Martínez, así como refrescar la calurosa noche con un riquísimo ponche elaborado para la
ocasión por José Martín Vela, de la popular taberna alcalaína “Pepillo el Aguardentero”.
Las fotografías que ilustran este artículo fueron realizadas por Javier Gómez y Juan Luis López.
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