Aunque
al principio esta entrada estaba pensada para narrar la experiencia
vivida en la Oficina Tipográfica
instalada durante la pasada Feria del Libro de Granada, el hecho de haberme
encontrado rodeado de libros, me hizo recordar un singular impreso conservado
entre los fondos del Archivo de la Diputación de Granada que descubrí durante la preparación del material a exponer en una vitrina, y que pude ver y sobre todo
“tocar” gracias a la amabilidad, profesionalidad y buen hacer entre legajos y
libros de Amalia Gijón y Julia Olivares. A veces, uno se topa con curiosidades
bibliográficas sobre las que se impone reflexionar en torno a la imprenta.
La
principal novedad es la de encontrarme no ante un ejemplar, como es habitual en
los archivos o bibliotecas, sino ante una buena parte de la tirada de aquel
libro, más de 50 ejemplares bien conservados, convenientemente empaquetados por
docenas y preparados para su envío al encuadernador y posterior distribución.
Pero además, y esto es lo que llamó mi atención, la portada que abre el libro
no hace referencia ni al título de la obra, autor u otros datos relativos al
contenido de la misma. Lo primero que el lector encuentra en la cincuentena de
libros es, en el interior de una orla xilográfica, un escudo real dentro de un
recuadro y ocupando más de la mitad de la hoja “Impresso en Granada, en la Imprenta Real”, con
el remate de unas estrellas decorativas.
Con
el paso de los años la estructura del libro cambió, los ejemplares se
encuadernaban con su cubierta, y abierto el libro la portadilla o anteportada
era la primera página impar impresa, justo antes de la portada, la misma era destinada
a hace constar el título resumido y el nombre del autor, ya que la portada se
reserva para el título del libro y el nombre del autor completo. Los datos del
impresor o la imprenta, así como otros aspectos técnicos relativos a la edición
eran impresor a la vuelta o también en el colofón, que es la última página impresa
donde se incluyen datos relativos a la impresión. Pero en el siglo XVIII la
práctica habitual era otra, el primer pliego impreso arrancaba directamente con
la portada en cuya parte inferior se hacia constar el lugar, año de la
impresión y el nombre del impresor o taller donde fue realizado, los libros
salían de la imprenta sin cubierta para que el encuadernador la realizase a
gusto del comprador del libro.
Lo
que en este libro ocupa el lugar destinado a portada, en muchos otros de la
época aparece al final del mismo y no parece un error al colocar
inadecuadamente un pliego de lugar, pues este, como el resto del libro está
formado por pliegos de 12 páginas en cuarto (18,5 x 14cm.), por lo que su
posición inicial es más que intencionada. Siguiendo esta estructura y los
cuerpos de los tipos usados, sin duda, lo más relevante de este libro es que
fue impreso en Granada.
Ahora
bien, por la página posterior sabemos que el libro trata sobre las Ordenanzas y Constituciones del Real
Hospicio de Granada, mandadas guardar por Real Orden de 10 de agosto de
1756, y aunque carece de fecha de impresión, el dato de la orden real y las
características del escudo de Armas de la época de Fernando VI, con el collar
de la orden del Toisón de Oro, nos ayuda a situar la impresión del mismo entre los
años 1756 y 1759. Del interior, compuesto con un tipo romano, puede que salido
del obrador de la fundición de tipos de la Imprenta Real de Madrid, y con
una impresión bastante aceptable en cuanto a su regularidad, sólo cabe destacar
la utilización de manecillas y paréntesis como elemento decorativo en la página
213 y un taco xilográfico con la imagen de un florero sobre la palabra FIN.
Es
la Imprenta Real
granadina, durante el siglo XVIII, la que mayor número de obras estampe en sus
prensas, y aunque en muchas obras aparece como ubicada en la calle del Pan, carecen
todos sus pies de imprenta del nombre del impresor que las
realizaba, como así ocurría hasta 1710 con Francisco de Ochoa, que ostentó
hasta su muerte los títulos de impresor real y del santo oficio.
¿Era
un taller independiente? o, por el contrario, ¿todas las obras mandadas
imprimir por orden real se hacían en alguno de los talleres existentes en
Granada?. La falta de un estudio tipográfico sobre los tipos de plomo
utilizados en los ejemplares de la Imprenta
Real y los de la imprenta de José de la Puerta, el mejor impresor por
esos años, abre incógnitas que hasta ese estudio se antojan difíciles de
resolver.
La
coexistencia de la Imprenta
de la Santísima Trinidad,
con un taller propio instalado en el Convento de los Trinitarios (la actual
plaza de la Trinidad
granadina) y en cuyas instalaciones sin embargo imprimieron maestros de la
talla de Antonio Torrubia, con taller propio abierto al mismo tiempo, nos
sugiere la posibilidad de que estas imprentas “institucionales” dispondrían del
material y personal necesario para realizar la tareas propias del oficio y que,
cuando el trabajo a acometer lo exigiera, contratarían los servicios de los
mejores maestros impresores de la ciudad para que compusieran e imprimieran en
dicha imprenta sin necesidad de utilizar ni sus tipos ni sus prensas. Sin duda
resultaría más ventajoso para la orden o institución real, pues hecho el
desembolso inicial de tipos y prensas solo en el caso de acometer obras de
cierta importancia necesitaría la presencia de un maestro impresor, mientras
que para el resto de folletos, hojas sueltas e impresos menores podrían
acometerlos ellos mismos.
Sin duda los libros impresos son una suerte de “pozo sin
fondo” en lo que casi todo está por descubrir, y dependiendo de como te
acerques a ellos te deparan interesantes sorpresas o, como en este caso, me
sugieren nuevas líneas de investigación sobre el funcionamiento de aquellos antiguos
talleres de imprenta, ¡Fantástico!, no les parece.
He encontrado este libro en casa de mi abuelo es identico le agradeceria informacion mi correo electronico es yasminiya18@hotmail.com
ResponderEliminarHace tiempo que busco una imprenta de calidad y llegué a esta web. Muchos dejan de lado la elección de la imprenta pero para mí es muy importante porque a fin de cuentas es parte de lo que se ve de mi obra. Vale la pena invertir dinero en contratar un buen servicio
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